jueves, 17 de enero de 2013

Cuando nos cuesta aceptar...



El día martes de aclimatación en Guanacos transcurrió sin novedad, algunos realizando las actividades diarias y tratando de descansar todo lo posible, hacia las 800 pm preparamos la cena fuera de las carpas a menos 4 grados de temperatura, durante todo el día habíamos hidratado muy bien, nos fuimos a dormir pensando lo que seria el día siguiente y más en el día de cumbre.

La noche totalmente despejada pronosticaba que haría mucho frío y así fue, la temperatura bajo a menos 15 grados, esa noche los efectos de aclimatación se manifestaron, algunos no podían conciliar bien el sueño, otros agudos dolores de cabeza, en mi caso el dolor de cabeza inició hacia media noche, tratábamos de seguir las recomendaciones de hidratar bastante durante la noche, pero no fue suficiente. Al estar desvelado y con un fuerte dolor de cabeza todos los pensamientos y demonios hacen su desfile por la carpa, frente a la impotencia de no hacer nada y simplemente guardar calma y paciencia para que los síntomas desaparezcan. La mañana del miércoles cierta tensión y preocupación reinó en nuestro grupo, pues en cada carpa había una persona enferma, las conversaciones se iniciaban con el fin de poder tomar algunas decisiones, pues estábamos a 5400 de altura y sin mayores opciones de ayuda, pues habían sólo dos caminos: regresar al campo base de plaza argentina o continuar la ruta sin hacer cumbre y llegar al campo base del otro lado de la montaña.

En mi cabeza pasaban cientos de pensamientos, pues había entrenado con mucha dedicación para esta montaña (sabía de su dureza), pensaba que ponía en riesgo la cumbre de varios compañeros, pensaba por qué mi cuerpo no lograba aclimatarse, en fin todas esas ideas que lo bombardean a uno en situaciones como estas, a veces pensaba que tenía que hacer un esfuerzo mayor sin importar como me sintiera, pues no podía fallar a la expedición. Pero ahí entendí que también debía aceptar lo que estaba pasando y ayudar a tomar una decisión. Sentía la preocupación de los demás, el primero en manifestarla fue Dito que a las 430am en la carpa me dijo que él se bajaba conmigo, esto sin saber que en la otra carpa había otra persona enferma. Después de pensar y pensar llegue a cuestionarme por que me cuesta tanto aceptar que me estaba enfermando y concluir que era un tema de aceptación, que venia con mucho desgaste físico y debilidad.

Como la noche había sido tan fría, el pequeño riachuelo que pasaba por el campamento amaneció totalmente congelado, se sentía una desesperación por buscar agua, tuvimos que picar hielo para luego derretirle y preparar el desayuno. Frente a la situación que estábamos Dito fue a consultar con un guía de otra expedición que nos podía recomendar, su recomendación coincidió con la decisión que habíamos pensando, lo mejor era salir por el Campamento de Colera y luego bajar a Plaza de mulas, puede sonar raro subir de 5400 a 6000 y luego descender a 4300, pero la montaña no nos daba mas alternativas: había que movernos. Dividimos el grupo en 2, Heavy, Jarrin y yo salimos adelante, yo me encargue de poner el paso, la salida de Guanacos inicia con un ascenso bastante empinado en el cual tener un paso constante y corto es importante y así lo hicimos. Inicie a caminar con paso sólido y constante cada instante pensaba en lo que estaba pasando, de como me sentía, sobre el riesgo de la caminata y el estado de salud, pues ya me sentía mejor, me sentía sólido, también sentía que mi cuerpo estaba sacando fuerzas de todos lados, la subida era interminable parábamos para revisar como iba Jarrin, para hidratar, no se hablaba de nada solo destinados subir y subir. Ya en el ultimo trayecto llegamos a un camino en zigzag con una gran pendiente, lo tómanos con calma pero en mi caso mi energía, mi fuerza se desvanecía poco a poco, mi morral sentía que pesaba mucho, las piernas no me daban y mi mente no ayudaba para nada, perdí el paso y todo el impulso, mi cabeza me seguía doliendo y me costaba mucho respirar, en ese punto nos alcanzó Rafa quien nos dio ánimo y siguió para no perder el paso, yo me quede atrás, Jarrin siguió con Heavy a un paso lento. Germán fue la siguiente persona en alcanzarme y a darme ánimo, me preguntaba como iba y como me sentía pero a medida  que avanzaba ya no había mas fuerza en mis piernas, Germán se quedo un buen tiempo conmigo, caminábamos 20 pasos y parábamos, luego caminábamos 25 pasos hasta llegar 50 pasos y parar, en ese punto Dito nos alcanzó y entre ellos dos me motivaban, Dito tomó mi morral para ayudarme, finalmente Rafa llego a la Cólera y bajó, y le ayudo a Dito con mi morral, el ultimo trayecto lo caminé junto a Dito, trataba de hacer mi mejor esfuerzo, de no parar, mi mente me cuestionaba, mi cuerpo se rehusaba a continuar, Dito en algunos momento me daba ánimos, un abrazo como queriendo compartir su energía, su combustible para lo que hacia falta que en realidad era muy poco pero en ese momento toda una eternidad.

Finalmente llegamos a Campo Cólera a 6,000 metros un sitio espléndido, blanco majestuoso, a los pies del Aconcagua a tan sólo 8 o 9 horas de allí. En algún momento durante la subida llegue a pensar que al llegar a este campo podría estar recuperado y por qué no soñar con la cumbre, pero la realidad era otra. Todos allí reunidos la decisión estaba dada, nos bajábamos Jarrin, Heavy, Dito y yo, en algún momento se pensó que todos bajaríamos, pero queríamos de corazón que German y Rafa hicieran cumbre, que seria nuestra cumbre también.

Iniciamos nuestro descenso, a tan sólo dos minutos nos encontramos con un paso complicado,  donde habían cuerdas fijas, este paso demandaba toda nuestra atención, fuerzas y concentración, a veces la subida es difícil pero la bajada puede ser aún mas complicada, empecé a pensar como sería todo el descenso, en estar muy atento y presente en lo que estaba haciendo a volver a reunir toda mi energía y sacar fuerza para poderla canalizar en la bajada y no tener percances, me acordé de las jornadas agotadoras de descenso en Kilimanjaro y Denali, concluí que tenia que fluir, tener cuidado y aceptar que ya iba para abajo….

Caminamos por nieve, pasos con hielo, roca, piedras, de un momento a otro desaparece la nieve y aparece de nuevo el color terracota, los cuatro bajando en silencio, Dito al frente tomando el liderazgo de la bajada, siendo el responsable de esta cordada. A veces me preguntaba que estaría pensando Dito, que sentimientos tendría en esos momentos?


Después de 5 horas de caminata llegamos a Nido de Cóndores, donde la policía tenía un médico para que nos revisara, nos recibieron muy bien hicieron una pequeña valoración, nuestra oxigenación no era la mejor estaba entre 60 y 65%, nos hicieron descansar y nos recomendaron seguir bajando a Plaza de Mulas, continuamos nuestro descenso, vertiginoso pues la pendiente era muy exigente y a veces no había camino marcado, solo uno se dejaba ir, nos enterrábamos en la montaña, nuestras botas pesaban demasiado, nuestros bastones nos equilibraban y nuestro corazón nos daba calma, nos decía que estábamos haciendo lo correcto, parábamos e hidratábamos revisábamos como íbamos y seguíamos bajando, a lo lejos se veía Plaza de Mulas

Dito decía tan lejos y tan cerca, tratábamos de ver si había camino pero no había nada marcado. Esas horas de descenso se hacen eternas, donde las piernas empiezan a fallar, donde la mente se cansa y se queda quieta, donde el esfuerzo físico esta por encima de lo que uno cree que es capaz, finalmente llegamos a las 600pm, después de una jornada maratónica, fuimos directo al servicio médico, había una fila larga, pues en este sitio hay un control obligatorio para las personas que están haciendo la ruta, nos recomendaron hidratar muy bien y regresar en media hora.

Los médicos nos revisaron y ya estábamos mejor, la oxigenación entre un 80 y 85%, y los demás signos volviendo a su normalidad, salimos del control médico a tomar nuestra cena y a prepararnos a descansar a 4300 metros de altura, en un campo base hecho de retazos del mundo, donde algunos bajan con la victoria de la cumbre, otros se preparan para subir, y otros como nosotros con montones de aprendizajes, con gratitud y con el espíritu lleno.

Hoy jueves con un merecido descanso y aspirando por que Rafa y Germán lleguen a la cumbre inician nuestras reflexiones, para algunos el día de ayer fue el mejor de la expedición por todo lo que paso, para otros reflexionamos que fue lo mejor que pudimos hacer, lo hicimos y nos salió bien, para mi ha sido una expedición muy bonita no solo en el reto deportivo si no por que he venido a aprender de mi, por recibir el apoyo de mis compañeros, por aprender a aceptar mis limitaciones, por la fragilidad del ser y también por la fortaleza, sólo nos restaba dar gracias a montaña por lo que nos permitió ver, por lo que nos ofreció y regaló, gracias a todos por sus mensajes de apoyo. Ahora esperamos que Rafa y Germán bajen sin novedad para continuar con nuestro descenso siempre con calma y cuidado.

Saludos

Nelson Cuevas “cuevitas”

3 comentarios:

  1. Es conmovedor lo que escriben, se siente su corazón y su cuerpo subiendo y bajando en emociones , en temperatura, en fuerza en energía, en vitalidad. lo que parece que nunco dejo de estar en su máxima expresión fue su claridad y la extensa e infinita generosidad de todos como compañeros de expedición y de camino. Lo mejor es caminar de la mano de personas humanas, humildes y generosas, cada uno de ustedes lo son. Desde donde están reciban un aplauso, el abrazo más espichado del mundo, todo el amor que inspiran y la recompensa de ser nuestro orgullo. Acá los esperamos para morirnos de felicidad porque vuelvan sanos y salvos. Con amor !!!!

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  2. Loquito estoy contigo en todo lo que puedas estar sintiendo en este momento !!!! Mis más grandes besos para ti

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  3. Me encantó tu relato.... este demuestra qué ustedes están hechos de coraje y corazón!!!!
    Demostraron desde la intención y ejemplo el poder de los equipos, el poder de la construcción de sueños colectivos.
    Los felicito a cada uno.
    reciban un fuerte abrazo,
    Gladys Vega

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